
Te han diagnosticado Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado (SIBO) o disbiosis. Tu médico te ha recetado Rifaximina y te ha recomendado seguir una estricta dieta FODMAP. Sientes un alivio inicial, una esperanza de que por fin tus problemas digestivos —hinchazón, gases, dolor— van a desaparecer. Pero, al cabo de un tiempo, los síntomas vuelven. O quizás, nunca se fueron del todo. ¿Te suena familiar?
Si estás en esta situación, no estás solo. Es una experiencia frustrante y muy común. El problema es que, en la mayoría de los casos, el tratamiento convencional se enfoca en eliminar las bacterias, pero no en solucionar el problema que permitió que esas bacterias crecieran en primer lugar.
En este artículo, vamos a explicar por qué el combo de Rifaximina y dieta FODMAP no siempre es la solución definitiva y cuál es el camino que debes seguir para una recuperación duradera
El Tratamiento Habitual: Atacando los Síntomas
Cuando nos diagnostican SIBO, el enfoque más común es doble:
- Rifaximina: Un antibiótico que actúa localmente en el intestino delgado para reducir el exceso de bacterias. Es efectivo para “limpiar” la zona.
- Dieta FODMAP: Un plan de alimentación que restringe los carbohidratos fermentables (Oligosacáridos, Disacáridos, Monosacáridos y Polioles). Al eliminar el “alimento” de las bacterias, se busca reducir la fermentación que causa gases, hinchazón y dolor.
Este enfoque puede ofrecer una gran mejoría. Al reducir la carga bacteriana y quitarles su combustible, los síntomas disminuyen. Sin embargo, esto es como achicar el agua de un bote que tiene un agujero. Si no tapas el agujero, el bote se volverá a llenar de agua.
El Verdadero Problema: El SIBO no es una Enfermedad, es una Consecuencia
Aquí está la clave de todo el asunto: el SIBO no es la causa raíz de tus problemas, sino la consecuencia de otro desequilibrio en tu cuerpo. Si no identificamos y corregimos esa causa original, las condiciones que permitieron el sobrecrecimiento bacteriano seguirán presentes, y el SIBO regresará una y otra vez.
Entonces, ¿cuáles son esos “agujeros en el bote” que debemos buscar?
Las 4 Causas Ocultas del SIBO que Debes Conocer
Para que nuestro sistema digestivo funcione correctamente, necesita varias líneas de defensa. Cuando una o más de ellas fallan, se crea el entorno perfecto para el SIBO. Las causas principales son:
1. Disminución de la Acidez Estomacal (Hipoclorhidria) El ácido clorhídrico del estómago es nuestra primera barrera. Su pH ácido esteriliza los alimentos y mata las bacterias y patógenos que ingerimos. Si tienes poca acidez estomacal (por estrés crónico, uso de antiácidos como el omeprazol, o la edad), las bacterias sobreviven, pasan al intestino delgado y pueden colonizarlo.
2. Disminución de la Motilidad Intestinal Tu intestino tiene un mecanismo de autolimpieza llamado Complejo Motor Migratorio (CMM). Son unas ondas de “barrido” que se activan entre comidas para empujar los restos de alimentos y las bacterias hacia el intestino grueso. Si este CMM es lento o ineficaz (algo común después de una intoxicación alimentaria, por hipotiroidismo o estrés), las bacterias se estancan en el intestino delgado y proliferan.
3. Anomalías Estructurales Cualquier alteración física en el intestino puede crear “rincones” donde las bacterias se acumulan. Esto puede ser el resultado de:
- Cirugías abdominales que dejan adherencias o cicatrices.
- Divertículos en el intestino delgado.
- Una válvula ileocecal (la compuerta entre el intestino delgado y el grueso) que no cierra bien, permitiendo que las bacterias del colon regresen.
4. Daño o Atrofia de la Mucosa Intestinal La pared de nuestro intestino es una barrera protectora fundamental. Si está dañada o inflamada (por celiaquía no tratada, enfermedad de Crohn, sensibilidad al gluten o una mala alimentación crónica), su función se ve comprometida. Esto no solo afecta la absorción de nutrientes, sino que también altera el ecosistema intestinal, facilitando el sobrecrecimiento bacteriano.

Más Allá de la Dieta FODMAP: No Existe una Dieta Única para el SIBO
Otro punto crucial es la alimentación. Aunque la dieta FODMAP es la más conocida, no es la única ni necesariamente la mejor para todos. La dieta ideal para ti dependerá de tus sensibilidades, alergias, patologías coexistentes y, por supuesto, de la causa raíz de tu SIBO.
Algunas dietas que han demostrado ser efectivas en diferentes contextos son:
- Dieta Cetogénica (Keto): Al ser extremadamente baja en carbohidratos, limita drásticamente el alimento para las bacterias.
- Dieta Mediterránea: Rica en alimentos antiinflamatorios, grasas saludables y fibra de calidad (tolerable), puede ayudar a reparar la salud intestinal general.
- Dieta Baja en Fermentación o Dieta Específica de Carbohidratos (SCD): Son otras alternativas que restringen diferentes tipos de carbohidratos.
En Save Salud te aconsejamos personalizar tu nutrición. Trabajar con un profesional te ayudará a identificar qué alimentos te sientan bien y cuáles debes evitar temporalmente mientras sanas la causa de fondo.
Conclusión: La Clave es Tratar la Causa, no solo el Síntoma
Si estás luchando contra el SIBO y sientes que das un paso adelante y dos hacia atrás, es hora de cambiar el enfoque. Dejar de perseguir los síntomas y empezar a investigar el “porqué”.
- Investiga la Causa: Trabaja con un profesional de la salud funcional para explorar las posibles causas subyacentes: revisa tu motilidad, tu acidez estomacal, posibles problemas estructurales y la salud de tu mucosa.
- Trata la Raíz: Una vez identificada la causa, el tratamiento se dirigirá a corregirla (por ejemplo, estimular el CMM, apoyar la producción de ácido gástrico, sanar la mucosa intestinal).
- Personaliza tu Dieta: Encuentra el plan de alimentación que apoye tu curación sin generar más estrés o deficiencias nutricionales.
No te conformes con un alivio temporal. Busca la raíz de tu SIBO y da el primer paso hacia una recuperación real y duradera. Tu salud intestinal te lo agradecerá.